Un paraíso alcanzable.
¡Hola de nuevo Familia!
En este post comparto el viaje a Llanes (una localidad situada en la Asturias Oriental), que visitamos en la tercera semana de Septiembre, ya que nos dijeron que es uno de los mejores momentos, por el clima y la tranquilidad después de la vorágine del verano.
Salimos desde Alicante con parada en Madrid para no hacer el viaje de golpe, no teníamos prisa.
Una vez en la capital disfrutamos de la ciudad unas 6 horitas, tipo express cómo ya os conté en el post “Madrid, limite 48 horas”.
Al día siguiente salimos temprano para llegar a la hora de comer y situarnos.
Al llegar a Llanes, bajamos al centro y al puerto, dimos una vuelta para estirar el cuerpo, echar un vistazo y comer.
Aunque estaba nublado, no nos importaba, veníamos de Alicante y después de tanto verano también te cansas del buen tiempo. Sabíamos que en Asturias si no llueve hace buen tiempo, y si hace sol es un día extraordinario.
Empezamos bien porque lo que veíamos nos gustaba mucho. Un buen ambiente, lleno de sidrerías con gente amable en las terrazas disfrutando de su peculiar y exigente gastronomía: sidra, marisco, pescado, carne, guisos, postres, etc. Comimos bien en “La Marina” en el puerto. Después nos fuimos al piso vacacional a dejar las cosas y descansar un poco.
Por la tarde volvimos a conocerlo mejor.
Nos levantamos pronto para aprovechar la jornada con un día extraordinario; hicimos unas compras (siempre productos locales) y nos fuimos a pasar el día a la playa de Poo.
¡Nada más ver esa playa sabíamos que habíamos llegado a un Paraíso!
Imaginaros todo el entorno verde, prados y bosques, el agua del mar azul turquesa, arena limpia entre blanca y dorada, poca gente, y dejan perros. ¡Bravo!
El Cantábrico estaba en pleamar pero en esta playa no cubre. Nos metimos en el agua y pensé… ¡¡coño qué fría!!
A nosotros nos gusta el agua fría porque sabemos que es muy sana y cura de todos los males. Una vez aclimatados a sus 17º nos bañamos como si no hubiera un mañana, ja, ja; Linda, nuestra perrija también. 😉
Comimos de lujo en “La Farola del Mar”, nos atendió Sandra estupendamente, entendiendo que nosotros no tenemos culpa de comer poco. Aún así nos pusimos finos, ja, ja.
Nos tumbamos la siesta y seguimos disfrutando de los baños, etc…
Terminaba la tarde y nos fuimos de excursión por los pueblos de los alrededores.
Al volver a Llanes nos tomamos un heladito artesano de «Revuelta«. Comparándolos honestamente, nos sorprendió su delicado sabor (por la leche), la textura en boca perfecta.
Reventados volvimos al piso a descansar (un híbrido entre hotel y tu casa), mola.
A la mañana siguiente volvía a hacer lo que los locales lo describen como «un día extraordinario» y nos fuimos de ruta a Los Picos de Europa, concretamente a Arenas de Cabrales, desde allí subimos para hacer la ruta de río Cares. Nos pareció alucinante por su desmesurada naturaleza. El contraste entre las montañas y el río no se puede contar, hay que verlo, olerlo, tocarlo y oírlo.
Después, cansados, con hambre y sed nos bajamos a comer en la “La Jueya”. Nos lo había recomendado un lugareño. Bueno, bonito a justiprecio, y lo mas importante, dejan perros. ¡Bravo! 😉
Después de haber reposado la comida en plena naturaleza bajamos a ver el pueblo. ¡Precioso!
Como esta cerca, me gusta conducir y llevamos un buen coche por la tarde nos acercamos a “La Santa Cueva de Covadonga”.
Nosotros somos creyentes y fuimos a verla. Nos encanto la cueva donde está la Virgen de Covadonga, también llamada Santina, y la majestuosa Basílica.
A modo de curiosidad histórica sabed que el primer monarca asturiano fue don «Pelayo» quien gobernó durante 19 años antes de su muerte. Al mando de la cristiandad hispanoromana expulso a los musulmanes que nunca pudieron conquistar Asturias. De hecho los asturianos dicen… “Asturias es España, lo demás es tierra conquistada”. :))
Volvimos a Llanes de noche; para terminar el día hicimos lo mismo (heladito de Revuelta, paseo y a casa).
Ansiosos por disfrutar, salimos temprano por la carretera comarcal porque se ve todo mas bonito, rumbo a Ribadesella. Un pueblo grande con mucho nombre, señorial y con clase, por la bajada del río Sella y la arquitectura con sus casonas Indianas (unas mansiones hechas por antiguos emigrantes a America, principalmente a Mexico y Venezuela, que hicieron fortuna y al volver querían demostrarlo ostentosamente. Hay muchas por todo Asturias, son todas preciosas.
Era día de mercadillo y cómo sabéis nos encantan. Paseamos por el centro, hicimos compras de productos cercanos, sobre todo quesos de Ramiro Hernández (el «Andrés Garcia» cántabro), sidra, y espectaculares dulces caseros.
Por la tarde paseamos sin prisa. Hicimos fotos de todo tipo. Nos sorprendió lo cuidado, limpio, cívica que es la gente y lo en forma que están físicamente.
Para descansar un poco, un día lo dedicamos para visitar las playas mas bonitas y cercanas, así disfrutar de la vida a nuestra manera. Quedaron muchas sin ver para otro viaje.
Habíamos encargado un mariscada en la cetaria y sidrería “Los Piratas del Sablón” (lo vimos en Aquí la Tierra).
Nos atendió Cristian fenomenal, eligiéndonos el genero, quedando encantados por todo a 75€ con botella de Albariño y postre. Tened en cuenta que en Alicante no puedes hacerlo, a no ser que tengas mucho dinero.
Otro día lo aprovechamos para hacer las últimas compras por Llanes. Comimos el famoso Cachopo compartido para dos personas. Un plato simpático y alegre compuesto de dos filetes de ternera grandes y finos rellenos de queso asturiano, cecina, jamón o cualquier otro producto con imaginación, rebozado, empanado, frito, crujiente y jugoso.
No pudimos apreciarlo bien porque Linda se puso malita de repente y tuvimos que ir a la clínica veterinaria «Saro«, Felicia la recuperó sin problemas (cosas que le pueden pasar a cualquier viajero).
Pasaron los días volando, dinámicos, no sabemos parar cuando lo pasamos bien sanamente. 😉
Decidimos despedirnos con un arrocito caldoso de bogavante y volvimos a Los Piratas del Sablón por la viveza del marisco. Está de lujo, solo puedo agradecérselo y recomendarlos. Ojo, no ponen sal añadida, ¡bravo!
Para bajar la comida visitamos el paseo y mirador de San Pedro, callejeamos por su barrio medieval, compramos dulces en la confitería “Loyma” para llevarlos a casa y regalar.
Sorprende la naturaleza, lo cercana que esta la gente de ella y de los animales.
Bueno, llega el momento de terminar. No sin antes comentar que Asturias y Alicante tienen semejanza por su geología que es calcaría, tienen las montañas muy cerca de la costa, se come de lujo, aunque Asturias esta muy verde y limpia. 🙂
Espero qué os guste y valga.
P.D. Comentaros que para volver hicimos el viaje seguido, intercambiándome con @lanenakiss. Llegamos bien y todavía soñamos con Asturias. ;*
Siempre vuestro
Lucho
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