La felicidad por los sentidos.
Estimada Familia, un placer volver con vosotros.
Os prometí un post gastronómico de Santa Pola, y aquí lo tenéis. No sólo es gastronómico sino también de felicidad intensa. Algo que necesitamos todos.
Siempre me gusto mucho Santa Pola, un pueblo pequeño pero grande en valores. Su gente amable y abierta, sus playas y calas, su gastronomía, naturaleza, comunicaciones, servicios y un largo etc.
Nosotros solemos ir varias veces al año a disfrutar, unas veces con la familia y otras con la @Nenakiss y Linda (nuestra perrita). Tanto en coche como en moto.
La ruta que elegimos es cómoda y formidable, desde Alicante se puede ir de dos maneras. La del mapa, aunque nosotros vamos por Los Arenales bordeando la costa, porque ves un poco de todo. Playas amplias y limpias, calas, el Parque Natural de Santa Pola y urbanizaciones antiguas de chalecitos. Hasta que llegamos al puerto.
Hay muchos, locales buenos donde comer, pero quiero ser honesto y comentaros qué éste post no es promocionado. Lo hago encantado y por dos motivos.
1º Porque os lo prometí y hasta hoy he podido cumplir mi palabra.
2 º Porque en los locales que os recomiendo se come y se bebe de lujo a «justiprecio» y nos dejaron entrar con Linda. ¡Bravo! Cualquiera que tenga perro lo entiende… es uno más de la familia.


Son dos locales clásicos (uno frente al otro), solo les separa el barco expuesto; pero no por eso están sobrados. Son buenos hosteleros, su cocina honesta y de la Terreta. La Cofradía y Los Curros.
En verano vamos a la playa para perros que tienen en Santa Pola; da gusto encontrarse gente desconocida pero con un punto en común “el respeto”. Nos bañamos, jugamos con Linda hasta que las tripas suenan. Aunque siempre tomamos un pequeño aperitivo para hacer boca y luego vamos a comer.
Cuando vamos a Los Curros nos lo tomamos allí mismo porque está en primera línea de playa haciendo esquina con la entrada del puerto. Allí nos recibe Ángel (el propietario), una persona encantadora pendiente del negocio y un loco de los Beatles, ja, ja.


Después de comer solemos tirarnos allí mismo, en la playa reposamos la comida y pasada la digestión nos bañamos casi con ansia.

Ya fresquitos y allí mismo nos vamos a hacer algunas compras por la lonja. Algo de marisco, pescado, salazones, caldo y salmorreta de La Cofradía para hacer arroces, sopas y guisos (recomendado). Luego seguimos paseando, y yo aprovecho para hacer muchas fotitos.

Como tenemos sed nos dirigimos a tomar unos granizados y helados artesanos a Laico, para nosotros la mejor sin duda. Todo tiene el sabor de antes, os recomiendo probar el granizado de limón y el helado de mantecado.

Cuando vamos a La Cofradía con Linda comemos en la terraza cerrada intentando no molestar a ningún «retrógrado» (persona qué se aferra al pasado y no quiere cambiar). Pero cuando vamos en moto comemos en el salón porque lo tiene muy bien montado. Está justo antes de entrar en el puerto, no tiene perdida.
Allí nos recibe Pedro Ruiz, el encargado y jefe de cocina. Un cocinero reconocido y poco hay que hablar de él. Es amable, comprensivo y comercial (como Ángel tampoco deja escapar un euro).
Nosotros siempre comemos arroz, unas veces meloso y otras seco. Como somos de poco comer nos recomienda para no tirar el dinero. Por supuesto no queremos llevarnos el arroz a casa. Esto es un error moderno por dar tanta cantidad, el arroz hay que comer el justo.
Los arroces cargados de arroz y de chicha son un error a consecuencia de la mala moda de poner grandes cantidades aunque no se acaben y terminen en la basura.
Tienen un menú degustación, creo recordar por menos de 20 € de lujo. Con pan tostado tomate rallado y alioli, unas entradas frescas del mar, ensalada completa, arroz y postre, bebida aparte. A nosotros nos gustan los vinos alicantinos y Bocopa los tiene buenos y a precios moderados.
De verdad un lujo muy asequible si no te pasas pidiendo.

Cuando terminamos hacemos lo mismo para no fallar, no nos gusta cambiar de hábitos porque te cuestan dinero y te pueden amargar el día. Por la situación del momento nos han hecho cambiar y nos han convertido en desconfiados; lo sentimos mucho.
Antes de volver felices, nos acercamos a ver las bonitas salinas y su Parque Natural Salinas de Santa Pola.

Al llegar a casa reventados del día seguimos disfrutando colocando las compras locales.

Bueno Familia llega el momento de terminar. No sin antes recordaros que la felicidad hay que trabajarla, con pragmatismo, aprovechando el momento con gratitud. Nadie sabe lo que va a pasar mañana.
Espero qué os guste y valga.
¡Hasta pronto!
Lucho
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